Para cada uno de nosotros que practicamos e intentamos
aprender de esta arte marcial que es el Judo es un orgullo poderlo hacer con
nuestros hijos, que dentro del tatami se convierten en amigos, compañeros y
porque no decirlo “maestros”, perdón a los senseis. Gracias a ellos hemos sido
capaces de romper barreras internas/externas, tanto personales como sociales (tales
como; eso es para niños, tú ya no tienes edad, eso no vale para nada, te vas a
hacer daño…) viendo como ellos disfrutaban y hacían “fácil” esta disciplina. Ver
que, con sacrificio y esfuerzo evolucionaban yendo más allá del deporte, donde
la disciplina, el respeto y el compañerismo es una de las tantas virtudes que
conlleva el Judo.
Los padres/madres que compartimos tatami, más que ningún otro
que lo ve desde la grada, comprendemos el esfuerzo que ellos hacen día a día en
sus entrenos para poder luego intentar subirse a lo más alto del pódium por eso
nos sentimos muy orgullosos. Solo por el hecho de pisar el tatami en
competición para nosotros ya son vencedores, independientemente del resultado. ¡Son
unos valientes!.
Quiero dar ánimo a todos los padres para que vengan un día a
entrenar con sus hijos y comprobar de primera mano que ellos también pueden
aprender y lo bonito que es hacerlo con sus hijos.
Dar las gracias y todos mis respetos a mis compañeros, en
especial los padres; Francisco Cervantes, Luis Salas, Alicia Villalba, Sofía
Lois, Carmelo Millán y este que escribe Javier Peinado. Si me falta alguno
disculpar (siendo unas pocas sedes no coincido con todos).
Solo el tiempo dirá si también hay orgullo de hijo…aunque me
consta que de parte de Luis Manuel Salas y Cinta Salas lo hay.
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